viernes, 9 de septiembre de 2011

Emilio

Emilio nació a principios del siglo pasado y no se sentía feliz viviendo el presente, por eso ha muerto esta noche. Deja en este mundo inhóspito, exactamente debajo de su cama, a un perro amante que, en este preciso instante, mientras suenan tristes las campanas de San Francisco, estará debatiéndose entre morir en su escondite o morir fuera de él.
Todo es muerte esta mañana.
Emilio era el único recuerdo mortal de una época, la de antes de la guerra española. Yo adoro esos años, en particular el 29, porque en mí significan la constatación de un sueño. En el Madrid de finales de los años 20, un republicano tomaba café con un anarquista, o con un guardia civil, o con ambos y aún se cruzaban palabras nobles que tenían sentido. No peleaban, como ahora, por llevar la razón, sino simplemente por aportar ideas, a veces geniales, a veces ridículas, que dieran a este nuestro mundo un sentido.
Todo se jodió con la puta guerra, que demostró a toda Europa que los sueños sueños son.
En esta tertulia imaginaria de Pombo intento que volvamos a ese espíritu...